jueves, 5 de octubre de 2017

Ictus cerebral hemorrágico. Hemorragia cerebral. Síntomas y tratamiento

El Ictus cerebral Hemorrágico se produce cuando se rompe un vaso sanguíneo cerebral.

Se debe a diversas causas y el cuadro clínico es agudo con un pronóstico malo para el paciente.

Esta enfermedad  se clasifica según el lugar donde ocurre el derrame de sangre dentro de las estructuras nerviosas encefálicas.

El Ictus cerebral hemorrágico es una urgencia médica que pone en peligro la vida del paciente.

En muchas ocasiones y aún recibiendo la atención oportuna y adecuada, ocurre la muerte.

Ictus cerebral hemorrágico. Diferentes tipos

Tipos de Ictus hemorrágico. Puede presentarse como hemorragia

  • Intraparenquimatosa
  • Subaracnoidea

Hemorragia intraparenquimatosa

Esta entidad ocurre cuando se rompen vasos sanguíneos intracerebrales pasando sangre al tejido cerebral.

La sangre se acumula en el tejido adquiriendo forma circular u oval.

Crece en volumen mientras el sangramiento continúa desplazando al tejido cerebral a su alrededor.

Cuando la hemorragia es extensa la sangre desplaza a las estructuras encefálicas de la línea media del cerebro hacia el lado opuesto.

Esto compromete centros vitales que se encargan de funciones vitales.

Esto es la respiración y el funcionamiento cardiaco.

La condición que se establece puede llevar al coma y la muerte.

En dependencia del tamaño y localización, la sangre puede abrirse paso hacia los ventrículos del cerebro, estructuras donde se encuentra el líquido cefalorraquídeo.

Puede también llegar al espacio subaracnoideo vecino.

Causas de la hemorragia intraparenquimatosa

  • Traumática

Producida por golpes en la cabeza con fractura de cráneo o no

  • Espontánea
  1. Hemorragia intraparenquimatosa del hipertenso.
  2. Ruptura de aneurisma sacular.
  3. Ruptura de malformación de vasos sanguíneos
  4. Angiopatía amiloidea cerebral.
  5. Tumores cerebrales primarios y metastásicos.
  6. Trastornos de la coagulación y uso de anticoagulantes orales.
  7. Consumo de drogas simpático-miméticas y narcóticas.
  8. Arteritis primarias y secundarias.
  9. Infarto hemorrágico arterial o venoso.
  10. Otras.

Diagnostico positivo de la hemorragia intraparenquimatosa

Generalmente el Ictus cerebral hemorrágico de localización intraparenquimatosa se debe a los cambios degenerativos de los vasos sanguíneos del cerebro.

Esta degeneración suele deberse a hipertensión arterial.

La presión arterial alta  puede provocar sangramiento en centros profundos del cerebro.

El diagnóstico se realizará en dependencia de la localización del sangramiento.

Este evidenciará diferentes síntomas y signos de focalización temprana.

Cuando el sangramiento es importante la instalación de los síntomas es difícil de observar.

El deterioro del paciente ocurre en segundos o minutos. Ocurre pérdida de conciencia rápidamente.

Cuando la salida de sangre es más lenta (media hora hasta 3 horas) el cuadro clínico se instala paulatinamente.

Entonces se podrá observar

  • Flacidez en los músculos de la cara
  • Debilidad o parálisis en miembros superiores y /o inferiores del lado contrario al lugar del encéfalo donde ocurrió la hemorragia.
  • Trastorno del lenguaje
  • Sensación de inestabilidad y desequilibrio
  • El vómito puede estar presente, según localización.
  • La cefalea es frecuente. Puede faltar en los sangramientos pequeños
  • Letargo, estupor o coma cuando se afectan estructuras importantes.
  • Incremento de la presión intracraneal

Exámenes complementarios para diagnóstico de hemorragia intraparenquimatosa

La TAC de cráneo es el medio diagnóstico de elección.

Permite determinar el lugar, extensión y apertura o no de la hemorragia hacia el líquido cefalorraquídeo (LCR).

Confirma la presencia de edema o inflamación cerebral así como el desplazamiento de estructuras y la evolución del edema.

La angiografía cerebral es de máxima utilidad en algunos casos.

Por ejemplo uando se sospecha malformación vascular, aneurisma o malformación venosa como causantes del Ictus.

Se realizarán estudios de coagulación de la sangre y el funcionamiento hepático.

La punción lumbar no reporta ninguna utilidad.

La sangre solo está presente en el LCR cuando esta llega al espacio subaracnoideo o a los ventrículos.

En estos casos este proceder puede ser peligroso por posibilidad de herniación cerebral.

Tratamiento del Ictus hemorrágico intraparenquimatoso

Está dirigido a preservar la vida del paciente, evitar complicaciones y tratar las posibles secuelas.

A medida que el diagnóstico se realice más tempranamente se podrá realizar el tratamiento más efectivo de forma precoz en las unidades de cuidados intensivos.

Por tanto mejor será el pronóstico.

El diagnóstico de hemorragia intraparenquimatosa es un diagnóstico general.

De la causa depende el tratamiento final que en muchas ocasiones es quirúrgico.

Hemorragia subaracnoidea

La hemorragia subaracnoidea ocurre cuando la sangre invade el espacio subaracnoideo diseminándose en el líquido cefalorraquídeo.

Es el tipo de ictus que más mortalidad produce y en gran por ciento se debe a rotura de aneurismas.

Diagnóstico

Cuadro clínico

  • Cefalea intensa de aparición brusca que el paciente describe como el peor dolor de cabeza de su vida
  • Vómitos
  • Náuseas
  • Fotofobia
  • Alteración de la conciencia

Esta pérdida de conciencia puede mantenerse y llegar al coma en dependencia de la cuantía del sangramiento.

Los signos meníngeos como la rigidez de nuca son muy frecuentes y puede existir febrícola.

Generalmente existe el antecedente de haber realizado un esfuerzo físico, haber tenido relaciones sexuales o un acceso de tos.

También se ha visto en crisis de tensión emocional.

Exámenes complementarios para diagnosticar la hemorragia subaracnoidea

TAC de cráneo

Es el medio diagnóstico de elección.

En ella se observa la presencia de sangre en el espacio subaracnoideo.

La TAC nos permite saber

  • Posible localización del sangramiento (cúmulo de sangre).
  • Presencia de hematoma intracraneal.
  • Presencia de hidrocefalia.
  • Visualización del aneurisma.
  • Identificación de posible infarto cerebral como complicación.

La angiografía cerebral

Es obligatoria ya que en la mayoría de los casos se debe a aneurismas o malformaciones arteriovenosas.

Esta permite

  • Definir la existencia de aneurisma o malformaciones arteriovenosas
  • Precisar si existe más de uno por lo que se estudiarán todos los vasos.
  • Definir tamaño, forma, hemodinámica y relación anatómica con otros vasos.
  • Determinar presencia de vasospasmo.
  • Realizar control posoperatorio.

La punción lumbar

Estará indicada únicamente en los casos en los que no se dispone de TAC.

También se reserva para o cuando la TAC es normal y el cuadro clínico apunta a ictus cerebral.

Esta conducta se debe a que ocasionalmente existen síntomas neurológicos focales y la TAC no evidencia la hemorragia subaracnoidea.

Entonces se realizará punción lumbar donde se observará el líquido cefalorraquídeo sanguinolento.

Evolución y complicaciones del ictus  hemorrágico

El diagnóstico precoz puede hacer la diferencia entre la vida la muerte en estos pacientes.

El resangramiento de un aneurisma es más probable en las primeras 24 horas y al 7º día de haber sangrado.

El riesgo se mantiene durante las 4 semanas siguientes.

Se puede observar en el ictus cerebral hemorrágico un deterioro súbito del estado neurológico.

Se constata un aumento de las cifras de tensión arterial.

Mediante la TAC se puede realizar el diagnóstico.

Esta complicación eleva al doble la posibilidad de fallecer.

En caso de una tercera ocasión de sangramiento del aneurisma la probabilidad es de casi el 100%.

El vasospasmo puede ocurrir en un tercio de los pacientes y es causa de infarto cerebral.

Se debe administrar Nimodipina para prevenirlo.

La hidrocefalia aguda al producirse bloqueo de la circulación del LCR se manifiesta por cefalea persistente y requiere tratamiento quirúrgico.

Rehabilitación del ictus hemorrágico

Al igual que en el ictus cerebrovascular trombótico, los pacientes que sobreviven a un ictus hemorrágico deberán pasar por una fase de rehabilitación.

Las secuelas que puedan quedar a raíz de eventos como estos precisan apoyo médico y familiar.

El lenguaje es una de ellas.

Es importante la atención por parte de personal especializado y el seguimiento en consulta de forma disciplinada.

En ocasiones la recuperación es bastante pobre a pesar de los esfuerzos de todas las partes.

Sobre todo aquellas personas que sufrieron hemorragias extensas o alguna complicación derivada de la enfermedad de base, quedarán muy discapacitadas.

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